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‘Café Society’: Woody Allen vs. Hollywood

Eisenberg y Stewart sufren un romance interrumpido. Foto de Sabrina Lantos/Gravier Productions.

Café Society

Kristen Stewart, Jesse Eisenberg, Steve Carell. Dirigida por Woody Allen – 3 Estrellas

En una temporada de estrenos complacientes sostenidos por efectos especiales, es un placer encontrar a Woody Allen trabajando con actores de carne y hueso y no con emociones generadas por computadora. Café Society no es Allen en su mejor estado, como sí lo fueron las recientes Medianoche en París (2011) y Blue Jasmine (2013), pero la película se siente vivaz, honesta y faliblemente humana. El director se enfoca en la tensión entre Nueva York y Hollywood, y recarga la receta de su humor con una dosis de algo más fuerte.

La acción transcurre en los 30, la década en la que nació Allen. En una fiesta en Los Angeles -iluminada con el glamour de la vieja escuela por la leyenda de la cámara Vittorio Storaro-, el poderoso agente Phil Stern (un gran Steve Carell) se encuentra con un visitante de su pasado en el Bronx. Es su sobrino nerd, Bobby (Jesse Eisenberg, que canaliza con pericia los titubeos típicos de Allen), y el chico necesita un trabajo. Bobby no entiende nada, hasta que se enamora de la secretaria de Phil, Vonnie (Kristen Stewart, radiante), un alma libre que no tiene ningún interés en coger con famosos.

Cuando Vonnie lo deja, Bobby regresa a Nueva York para dirigir un club nocturno junto a su hermano mafioso Ben (Corey Stoll). Con los años, el ahora exitoso Bobby se casa con una shiksa hermosa (Blake Lively), y entonces Vonnie regresa para suscitar la clase de arrepentimiento romántico que Allen ha venido explotando desde Annie Hall. "La vida es una comedia", dice Bobby, "escrita por un comediante sádico". Allen lo sabe bien. En Café Society, con la ayuda de las performances matizadas de Stewart y Eisenberg, el octogenario captura el placer del recuerdo sin escatimar el dolor.

Peter Travers

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