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La Argentina, entre el “timbreo” y la “resistencia”

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La Argentina, entre el “timbreo” y la “resistencia”

Por Damián Glanz para TN.com.ar

Damián Glanz Columnista Todo Noticias

Cada uno construye el relato que más lo acerca a la realidad que quiere expresar. Unos luchan por su supervivencia en la selva política. Los otros pelean por mantener viva la ilusión del “cambio”. El kirchnerismo monta una “plaza de la resistencia” y el macrismo propone un “timbreo nacional”. En el medio de la guerra discursiva hay una sociedad que mira cada vez con más distancia a los dos oradores.

No hay nada más funcional para el gobierno de Cambiemos que la puesta en escena del kirchnerismo residual. La dirigencia oficialista celebra que el partido de los multiprocesados ofrezca lecciones de gestión en la Plaza de Mayo. La insistencia de la familia Kirchner es la principal esperanza electoral del macrismo, que necesita de un peronismo dividido para entusiasmarse con 2017. La mala noticia para el Gobierno es que ese espacio se desgrana a diario. No fue solo la lluvia la que aguó la protesta encabezada por Hebe de Bonafini.

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Del mismo modo que la movilización kirchnerista endulza los planes M, el Presidente es el principal armador de la resistencia K, montada sobre el fantasma de la militarización de las calles y el avance sobre el campo de los derechos humanos. “No tengo idea si los desaparecidos fueron 9 mil o 30 mil”. Esa y otras frases de Mauricio Macri alimentan el discurso de la victimización del club de ex funcionarios que disfraza las investigaciones penales en su contra de actos de persecución ideológica.

Aunque el diputado Máximo Kirchner haya llamado desde la “resistencia” a construir un espacio de poder para volver al Gobierno en 2019, lo cierto es que el Frente para la Victoria lucha contra la extinción y la cárcel.

La meta y los medios del macrismo son otros. Hoy el Presidente está desesperado por recuperar la confianza de una ciudadanía que lo eligió para generar empleo, terminar con la inflación y devolver al país a la senda del crecimiento. La población percibe que esos objetivos están, por ahora, demasiado lejos.

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En medio de la discusión por las tarifas energéticas y a pesar de los traspiés y las malas noticias para los bolsillos de los consumidores, el equipo de comunicación y estrategia de la Casa Rosada celebraba el mes pasado que las expectativas sociales crecían.

El índice de confianza del consumidor que elabora la Universidad Torcuato Di Tella había marcado en julio un aumento del 6,8 por ciento frente al mes anterior. Y pese a que la mayoría de los encuestados reconocía que su situación económica estaba en la actualidad peor que hace un año, aún veía con optimismo el mediano plazo.

En agosto la tendencia comenzó a revertirse. Esta semana, ese índice reveló que en agosto, ese plus de confianza que había aumentado en julio, desapareció. Y lo que es aún peor, cambió la tendencia sobre el porvenir: creció el número de encuestados que cree que en los próximos años estará peor que hoy.

Los primeros datos oficiales sobre desempleo vinieron a corroborar aquello que alertaban los sindicatos y las organizaciones sociales: que en el último año el mercado de trabajo se vio seriamente afectado, en especial por la caída significativa de la inversión pública en obras.

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El informe mensual de la Asociación Argentina de Presupuesto y Administración Financiera Pública (ASAP) le puso una cifra a ese proceso: sin tener en cuenta la inflación, la Nación le giró a las provincias casi 20 por ciento menos de recursos para obras en los primeros siete meses del año que durante el mismo período del año pasado. Si se tiene en cuenta la inflación acumulada, la baja es bastante mayor.

No llegó la lluvia de dólares ni tampoco la de pesos.

Macri optó por la estrategia de dar la cara, del cuerpo a cuerpo, acercarse a la ciudadanía casa por casa, timbre por timbre. La movilización de funcionarios les arrojó un diagnóstico. El diputado Eduardo Amadeo se despachó por Twitter después del último timbreo nacional: “Conclusión unánime del timbreo: el ‘tarifazo’ no es una preocupación de la gente Mensaje p/ demagogos varios de la política y la prensa”.

El ministro de Energía, Juan José Aranguren, sumó el argumento “técnico” para semejante definición. Dijo que el 87% de los usuarios de gas pagó menos de 500 pesos con la factura de gas. Lo que eluden Amadeo y Aranguren es identificar cuánto representa esa cifra, por escasa que sea para los funcionarios, en la economía de cada hogar. El próximo dato que revelará el Indec demostrará con cuán pocos pesos de diferencia una familia cae por debajo de la línea de la pobreza.

El Índice de Precios al Consumidor que elabora el Gobierno porteño estableció para julio que un matrimonio con dos hijos varones de 6 y 9 años y propietario de una vivienda gastó en promedio 16.547,17 pesos en el mes para vivir. Por otro lado, por ejemplo, el Gobierno reconoce el beneficio de la tarifa social de gas a aquellos trabajadores que perciben un máximo de 12.120 pesos mensuales. Esto significa que una familia debería pagar la tarifa plena aunque sus ingresos no superen la línea de la subsistencia.

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La generalización descuida las penurias particulares. Otro ejemplo, las buenas noticias para “el campo”, con la eliminación de las retenciones a la exportación de granos, representó una extraordinaria oportunidad para los productores y exportadores pero un pésimo negocio para la cuenca lechera. Aplastados por las inundaciones, los tambos vieron aumentar el precio del alimento para el ganado al ritmo de los valores internacionales. Más costos, menos cabezas, y el precio congelado y por el piso de la leche en tranquera.

Al igual que los productores frutícolas lo hicieron la semana pasada, en los próximos días la plaza de la resistencia será de los lecheros.

El problema de la plaza K no es el mensaje sino el emisor. La campaña de Cambiemos se apoyó en una promesa: una tormenta de inversiones que llegaría sólo por el cambio de expectativas que representaba la renovación del gobierno. No ocurrió. El ritmo del capital aún no acompaña y la creación de puestos de trabajo de calidad como motor del crecimiento sigue siendo una promesa.

El costo de la paciencia es enorme: el camino hacia la “pobreza cero” incluyó un paso la creación de nuevos pobres. El sinceramiento de la economía no previó un colchón lo suficientemente grande como para amortiguar el golpe que recibieron los sectores más vulnerables.

Desde el Ejecutivo apuntaron contra la “marcha de la resistencia” y el aislamiento del kirchnerismo. Se ocupó la ministra de Seguridad Patricia Bullrich: “Hay un incremento de la protesta que busca deslegitimar al Gobierno”. Sería un error si la Casa Rosada limita su respuesta a descalificar al emisor. El mensaje de la plaza, la preocupación por el empleo y la situación social, está incluso en boca de aquellos que votaron por Cambiemos.

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