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La Nueva Ola: Marilina Bertoldi

Mujer orquesta: Bertoldi compuso todo lo que suena en su nuevo disco. Foto de Nicolás Faig..

Marilina Bertoldi ya no tiene ganas de responder qué se siente ser mujer en el rock. Prefiere hacer. Las huellas están desparramadas por el living de su dos ambientes de Belgrano: un bajo, un pad de batería, dos guitarras y un teclado que ocupa la mitad de la mesa. En su escritorio, la pantalla de su Mac muestra un slideshow de tapas de discos, de Radiohead a Led Zeppelin, sin escalas. Ahí mismo compuso las líneas de todos los instrumentos de su nuevo álbum, Sexo con modelos, que presentó en agosto ante un Vorterix lleno.

"Siempre la mujer es la tontita, la que sufre, y me parecía que este disco tenía que mostrar otra forma de sexualidad femenina", dice mientras prepara mate en su ordenada cocina. Está triste porque se marchitó su planta de albahaca. "No es su época", se ataja. En cambio, sí es la época de Marilina: con 27 años, esta directora de arte de publicidad, que nació y se crio en Sunchales (Santa Fe) junto a su hermana -líder de Eruca Sativa- Lula Bertoldi, ya tiene cinco discos editados: dos con Connor Questa, la banda que lideró de 2010 a 2015, y tres como solista, una veta que empezó en plan acústico y ya mutó. Aunque su raíz está en el hard-rock, ya no cree que "moderno" sea una mala palabra. En Sexo con modelos, Marilina explora los límites de su voz, que combina con pedales, loops, riffs potentes y resonancia industrial. Hoy deja las palabras poéticamente vuelteras por una lírica más cruda, aunque le gusta que no se sepa sobre lo que está cantando. "Quiero ser menos obvia, ir hacia un lado más sutil… Aún estoy madurando y siento que se puede lograr algo más", dice. Algunos de sus movimientos provocan reacciones que no buscaba, como cuando colgó en las redes sociales el arte de tapa de su disco, donde se la ve en ropa interior sobre fondo gris, con la mirada vacía, los huesos marcados, vomitando espaguetis negros. La imagen (que tiene "esa cosa rotita pero cuidada porque no soy punk") es un tributo a una de Björk a cargo del fotógrafo alemán Juergen Teller. En Internet se lo marcaron con crueldad y ahí sintió la necesidad de correrse del foco. "Entré en una crisis y fui al psicólogo. Llegué a decir que quería dejar de hacer música", dice. Ya se le pasó.

De hecho, está cada vez más inquieta. Experimentar con el Pro Tools y el GarageBand la hizo fantasear con ser productora, pero desconfía un poco: "Es muy complejo, no sé si lo podría hacer, aunque me encantaría". Sin embargo, hace producción vocal y se apasiona con el proceso: "Para sacar lo mejor del cantante armamos las líneas de la voz en conjunto antes de grabar el disco, está buenísimo".

También co-dirige los videoclips de sus canciones (su ojo de directora es notable en el plano secuencia de "Cosas dulces") y le gustaría profundizar su faceta audiovisual. Por ahora, se encarga de sus videos para redes sociales. "Es una pequeña descarga de esa necesidad de plasmar imágenes. Igual no me lo tomo tan en serio", dice.

Algo de ese cambio de perspectiva también está en cómo encara su búsqueda de un lugar en el rock. "Antes estaba obsesionada por ser el mejor músico que podía ser, era mi objetivo de vida", confiesa. "Ya no. No quiero condicionarme a que mis ingresos sean por shows, a tener que hacer una gira porque no llego a fin de mes. No. Prefiero ponerme un barcito, levantarme todas las mañanas y prender la máquina de café."

Valeria Lugosi

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