Carlos Loiseau, más conocido como Caloi, falleció a la edad de 63 años, tras una larga batalla contra el cáncer.
Nació en la ciudad de Salta el 9 de noviembre de 1948,pero vivió y formó su familia en Mármol, al sur del conurbano bonaerense.
Desde chico dibujó. Su primera publicación profesional llegó en 1966, a los 17 años. Conoció a Landrú y comenzó a publicar en la emblemática Tía Vicenta, que por entonces acompañaba al diario El Mundo (donde también aparecía Mafalda, de Quino).
Tenía todos los rasgos esperables en un peronista a la vieja usanza: era apasionado del fútbol (hincha de River), le gustaba la política y disfrutaba del tango. Sufrió la censura en distintas ocasiones y con los años aprendió a gambetearla deslizando sutilmente sus ideas entre las viñetas. Pasa que –el lector disculpará la expresión– era un humorista del carajo. Uno que reflejó con inteligencia y agudeza la idiosincrasia argentina en general y porteña en particular, destacando rasgos y contradicciones. También fue difusor indispensable de la animación de autor, con su ciclo televisivo Caloi en su tinta, que lo convirtió en referente a nivel mundial y que hoy resulta clave para explicar la pervivencia de la disciplina en Argentina.
Clemente es uno de los personajes más reconocidos de Caloi. Durante el Mundial de Fútbol del 78, Caloi se enfrentó con José María Muñoz, su locutor oficial. Mientras Muñoz pedía que no se arrojaran papelitos en las canchas, para que los argentinos no dieran “imagen de sucios” en el exterior, Clemente animaba a las tribunas a “tirar papelitos”. “El “tiren papelitos” se tomó como un símbolo de necesidad de expresión, casi de protesta, contra la imagen que pretendía dar la dictadura militar de prolijidad y de país ordenadito”.
Tal fue el suceso de Clemente que, en 2004, fue declarado Patrimonio Cultural de la Ciudad por la Legislatura porteña; y su autor, Personalidad Destacada de la Cultura. En 2009, el mismo organismo reconocería a Caloi como Ciudadano Ilustre de Buenos Aires.
Divulgador de la animación
Caloi, además de dibujante y de creador de historietas, fue un divulgador de la animación. “Su programa `Caloi en su tinta’ sirvió para dar a conocer a muchísimos autores y formas de la animación. Lo hizo popular y difundió de forma masiva, a través de la televisión. Eso fue importantísimo. Fue una educación audiovisual para muchísima gente”, expresa Gutiérrez.
Caloi y su compañera, María Verónica Ramírez, directora del ciclo, artista plástica y creadora de Monstriña, crearon aquel programa que salió al aire entre 1990 y 1999, por Canal 7. Entre 2001 y 2003, el programa pasó al cable, en Canal á, y volvió en 2005 a la Televisión Pública. Fue transformándose en referente a nivel mundial para el género.En sus últimos años de vida (murió el 8 de mayo de 2012 en Adrogué), Caloi estuvo abocado a la realización de Anima Buenos Aires, un largometraje animado, dirigido por su esposa y en el que participaron Carlos y Lucas Nine, Florencia y Pablo Faivre, Pablo Rodríguez Jáuregui y Zaramella y Rulloni. Allí retrata uno de sus temas predilectos: la ciudad.