La ruta nacional 34 desde la localidad de Embarcación hacia el norte, es decir a lo largo de todo el departamento San Martín, unos 150 kilómetros en total, está literalmente destruída. Ese mal estado se agrava con las fuertes lluvias de verano que provocan que el agua que baja de las serranías del oeste lo haga a toda velocidad e inunde la cinta asfáltica, sorprendiendo a los automovilistas. Y sucede casi siempre que se pierde el control de los rodados en ese tramo de un par de kilómetros de largo.
Pasadas las lluvias, los charcos de agua quedan sobre la cinta asfáltica destruida, por lo que solo quienes conocen los peligros de la ruta o la transitan diariamente pueden sortearla sin mayores riesgos.
Lesionados, a la deriva
El 24 en horas de la tarde, el empresario tartagalense Francisco Burgos junto a su familia se trasladaban en una camioneta hacia la ciudad de Salta para celebrar la Navidad, y se salvó milagrosamente luego de perder el control del rodado, bajar y ser embestido por otro vehículo que iba en sentido contrario, cuyo conductor tampoco pudo dominar el automóvil que conducía.
«Mi padre viajaba hacia Salta y, como no hay un solo cartel ni una señal que indique que ese tramo es una trampa, perdió el control del vehículo y quedó en los montículos del costado de la ruta. Cuando descendió para ir hacia la ruta a pedir ayuda, otro automovilista, que transitaba en sentido contrario con su familia y una mujer embarazada, se estacionó luego de perder el control de su propio vehículo», relató el hijo del empresario.
Y agregó: «Un tercer auto que venía a alta velocidad agarró ese badén, chocó al vehículo estacionado del que la familia había descendido un par de minutos antes y cuando veían que ese tercer auto se les venía encima la señora embarazada corrió hacia la ruta y mi padre trató de arrojarse a los pastizales pero igual el rodado estacionado le cayó encima. Fue un milagro que solo sufriera fracturas en ambas piernas», describió Diego Burgos.
Cuando el empresario quedó debajo del rodado, su esposa y el otro automovilista pidieron auxilio para que sea trasladado hacia un hospital. «Lo llevaron hasta Embarcación y mi padre estaba con las piernas destrozadas. Cuando lo vieron en la guardia ordenaron el traslado hacia Salta pero no había ambulancia; en realidad, la que había no tenía combustible, y cuando le llenamos con dinero nuestro el tanque, nos dimos con que tampoco funcionaba», siguió su relato Diego. Más adelante, recordó: «Nos dijeron que contratáramos una particular y aprovechando la situación de desesperación y angustia, el dueño de ese vehículo adaptado para llevar enfermos nos cobró $20.000 para hacer el viaje de Embarcación a Salta, unos 270 km de distancia».
«Por suerte mi otro hermano tenía dinero en efectivo y por eso pudimos trasladarlo a la capital a mi padre. Cuando lo llevábamos, en ese estado, yo pensaba en miles de personas que no tienen la posibilidad de desembolsar esa cantidad de plata y que seguramente se mueren por la falta de atención, la desidia, la actitud de aprovecharse de la tragedia ajena; realmente es algo que no tiene sentido», reflexionó uno de los hijos del empresario, quien permanece en cuidados intensivos en Salta.
Responsabilidad de empresas
Un vecino de la localidad de Embarcación, conocedor de la zona, consultado por El Tribuno, aseguró que «los grandes problemas que tiene la ruta desde Embarcación hacia el norte son, en gran parte, responsabilidad de los finqueros y de los que tendrían que controlarlos y miran a otro lado».
Pidiendo reserva de su nombre, el vecino dijo: «Además de que estas empresas deforestan miles de hectáreas y no cumplen con ninguna ley ambiental de la Provincia, hacen desvíos de los cursos del agua que bajan de los cerros para que no les afecten sus plantaciones y para que la correntada se vaya directamente a la ruta. Ese fue el motivo por el que en abril pasado, la inundación casi se lleva el pueblo de Campichuelo», concluyó.
FUENTE: EL TRIBUNO