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Cultivo Urbano, el growshop que se volvió franquicia

Ciudad FM

Damián y Nacho, fundadores de Cultivo Urbano.
Foto: RollingStone/ Ignacio Sánchez

La primera inversión fue un trompito mezclador, de esos que se usan en la construcción para preparar cemento. En el sótano de un local sobre la calle Piedras, Damián Barone y Nacho Jachun mezclaban tierra, turba, vermiculita, compost y todo lo que un buen sustrato necesita. Era 2011, y cuando estos dos primos abrieron el primer Cultivo Urbano, en la ciudad apenas si había unos diez growshops. Seis años después, el rubro explotó: se cuentan más de 200 locales en el país (generalmente registrados como "jardinería o vivero"), y ellos se convirtieron en una pyme con suceso. Descargan acoplados en un galpón para preparar Santa Planta, el sustrato que los hizo famosos, y ya tienen una cadena de ocho locales (tres continúan en sus manos y cinco son franquicia). Además montaron una distribuidora para venderles a otros growshops, y son jugadores habituales en las expo cannábicas en Chile y España, donde los dueños de los bancos europeos de semillas se mofan de ellos por el business que se están perdiendo gracias a estas leyes fosilizadas que prohíben todavía comercializar semillas y derivados. "Si fuera legal, yo regalaría esquejes", dice Damián.

En un local alargado a pasitos de Constitución se apilan bolsas de sustrato, pantallas para iluminación, poleas, macetas de tamaños varios, carpas para cultivo indoor. Dos muchachos cargan una camioneta, una chica trabaja frente a una computadora. Suena una FM. Detrás de una puerta vaivén, está Damián, ex motoquero, sentado en su escritorio. Se levanta para convidar café expreso. Entonces entran Chuleta y Melaza, que lo saludan y salen de cara al fin de semana. "Los muchachos terminaron su jornada y van de caravana a ver a La Renga", dice Damián. Al hablar de la plantilla de personal (unas 25 personas, contando a los que atienden los locales), usará el latiguillo presidencial: "Son divinos, el mejor equipo de los últimos 50 años". Por ejemplo, Juan, al frente del local en Caballito: "Era un diseñador gráfico. Un día vino a hablarnos con todo el cagazo del mundo. Quería ver cómo hacer para poner una franquicia porque le prestaba plata su suegro".

Arrancaron con un presupuesto de 30.000 pesos. Al principio, vendían las pantallas para iluminación de cultivos indoor y, claro, Santa Planta, el sustrato que cimentó el crecimiento de Cultivo Urbano. "Para un grow, la tierra es la esencia", dicen ellos. "O antes lo era. Al principio, se trata de preparar diez bolsas, pero si te va bien al año son 100 bolsas. Y eso te parte la espalda, terminás con la cintura rota." El blend de la casa ahora es tan conocido que les compran sustrato hasta desde Caleta Olivia. ¿Hay una fórmula secreta de la mezcla? "Nada, sólo es controlar cómo se hace y que sea con buena materia prima. No es que tenemos una receta mística. En este rubro hay muuucho de eso. A mí me gusta que me vaya bien, pero no miento."

Mientras el primer local se asentaba, Damián y Nacho empezaron a fabricar algunos productos como el aceite de Neem, que se usa para controlar plagas, y elementos para los indoor. "Vos querías comprar una pantalla y te cobraban 500 pesos, todo se encarecía mucho", dicen. En ese momento, entra un inversor y Cultivo Urbano despega. Lo dicen ellos: "Podría haber sido la nada, podría haber sido un bardo", pero empezaron a laburar mucho. "A mí lo que me pone contento es que, con los últimos locales, la gente no dice 'abrió un grow', sino 'abrió un Cultivo Urbano en Villa Urquiza'", se jacta Nacho, que mira de reojo a los que los tildan como "el Starbucks de los growshops". "No, no somos como McDonald's, nada de eso, nosotros partimos de cero, cuando había diez grows, y nos empujó la necesidad de no tener producto para vender, se dio eso. El contexto, el momento social, fue una explosión, o algo así. Y fue exponencial. Cultivo Urbano creció en un 500%. Llegamos a fabricar 30 productos, veníamos apostando fuerte a la industria nacional. Pero bueno, 2016 fue un año difícil para Cultivo Urbano, ahora todo se frenó."

Pese a esa caída dada por la baja de la economía, hubo una inyección de oxígeno en el rubro con el auge y la visibilidad del cannabis medicinal. "Fue un viento de cola para el mercado, no sólo para nuestro grow", dicen ellos. "Una cosa es un pibe que dice 'uh, estaría bueno armarme un indoor' y otra es un tipo que lo necesita para dárselo a su hijo." Damián, que empezó a cranear Cultivo Urbano después de que lo llevaran detenido por una tuca, y que hoy es uno de los motores de Mamá Cultiva, se enciende: "El lado medicinal no lo pueden negar más. La batalla cultural es la más importante y ya la ganamos cuando Clarín dijo que el porro hace bien. Los médicos ya están recetando y los oncólogos ya no se comen ninguna. Va por ahí. Hasta en lo de Mirtha Legrand pusieron una encuesta al aire y el 72% decía que el cannabis medicinal salva vidas".

Mariano Del Aguila

CIUDAD FM

CANAL 12

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