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Cynthia Rimsky: «Leer está asociado a los textos, pero leer es una actitud: mirando uno lee»

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15/02/2017 literatura

Cynthia Rimsky: "Leer está asociado a los textos, pero leer es una actitud: mirando uno lee"

"Poste restante", de la escritora chilena Cynthia Rimsky, ordena una serie de crónicas viajeras por distintos lugares del mundo que, con lenguaje despojado, preciso y poético, trazan un mapa personal que explora diversos aspectos en la vida de otras culturas, desde un trabajo con la mirada que no establece juicios sino que avanza como una cámara que captura fragmentos en un movimiento abierto a interpretaciones.

Por Juan Rapacioli

El libro presenta un recorrido que parte de Santiago de Chile y explora Londres, Israel, Egipto, Chipre, Rodas, Turquía, Ucrania, Praga, Polonia, Austria, Eslovenia, y de regreso a Santiago. Escritas en libretas, servilletas y cuadernos, son crónicas que pueden leerse como poemas o fragmentos de una gran novela, ya que rompen con la estructura de los géneros y se proponen como una escritura en movimiento constante.
Rimsky (Santiago de Chile, 1962) es autora de los libros "La novela de otro", "Los perplejos", "Ramal", "Fui" y "El futuro es un lugar extraño", publicado el año pasado. "Poste restante", publicado en 2001 y 2010 en Chile, vuelve a ser publicado por Editorial Entropía en su colección de Crónicas.

La escritora habló con Télam sobre este libro, que indaga en el origen de su apellido, encontrado en manuscrito en un álbum fotográfico.
– Télam: ¿Cómo concebiste este libro?
– Cynthia Rimsky: Nunca lo concebí como libro. Hice ese viaje porque perdí mi casa, una pareja, me iban a editar mi primer libro y la editorial quebró. Me quedé en el aire y decidí viajar. Mi idea era hacer crónicas periodísticas y no me resultó, porque me contestaban que eran demasiado literarias, pero seguí escribiendo en libretas, servilletas, cuadernos, y cuando volví me dieron ganas de construir un libro. Me daban ganas de armar un libro con todos los fragmentos que había recolectado. Escribí muy influenciada por Walter Benjamin: la idea del fragmento, la imagen, así fue tomando forma. Cuando se lo presenté a Entropía les encantó. Me pareció curioso porque ya han pasado muchos años. Además me parecía bonito porque los lugares que describí no deben existir, entonces lo que sale más a flote es su aspecto literario.
– T: ¿Cuál es tu visión de estas crónicas en el tiempo?
– C.R.: Me conmueve porque me acuerdo de las experiencias que tuve, muchas que no están en el libro. También me sorprende quién era esa persona que vivía esas cosas. Veo que es un libro de juventud, de iniciación. Ahora he ido derivando hacia otras preguntas, aunque me reconozco en ese estilo que busca la brevedad, la imagen, la resonancia. Había una búsqueda constante de tomar el acontecimiento y abrirlo, no cerrarlo con el juicio: abrir las experiencias. Que se pudieran interpretar desde distintos lugares. Benjamin habla del grano de arena alrededor del cual vas tejiendo la perla. Las anécdotas las tomé como granos de arena que son tejidas por la literatura. Quería que explotara en la lectura, que prolongara su efervescencia. La mirada está ante todo y también la curiosidad, siempre trabajo con personajes muy curiosos, debe ser porque me formé con literatura de aventuras. Siempre me quedó eso que lo he ido desarrollando en diversos escritos.
– T: El libro, también, tiene un trabajo con el lenguaje que lo vincula con la poesía…
– C.R.: Me gusta mucho la poesía, envidio mucho a los poetas, trato desde mi modesto lugar de narradora de hacer un trabajo con el lenguaje. Recuerdo que para el libro hice una lista de palabras que me habían conmovido durante el viaje. Las palabras, para mí, son muy especiales. Cuido mucho de no repetirlas. Quizás ahí existe una conexión con la poesía. Una amiga artista me enseñó que las palabras tienen color, olor, memoria, son cajas de resonancia. También la mirada: no mirar lo que todos miran, tratar de correr la mirada hacia otros lugares. Además, yo venía del periodismo y en ese momento en Chile había dictadura y lo que yo estaba haciendo era considerado como rupturismo. La dictadura formateó mucho a la prensa, después empezó a salir el periodismo más libre. Eso me hizo cuestionarme mucho qué era lo que quería mirar.
– T: ¿Cómo abordás la literatura en los viajes?
– C.R.: Sucede algo con el extrañamiento. Necesito un pliegue para escribir, y ese pliegue muchas veces lo da la distancia. También la idea de no encajar funciona para explorar otra mirada. Lo que más me preocupa cuando estoy escribiendo es salirme de la mirada común. En los viajes no quería quedarme pegada a una misma forma de ver, quería ir viajando la mirada.
– T: ¿Con qué literatura te sentís conectada?
– C.R.: No tengo patrones para la lectura, los libros me llegan azarosamente, creo que uno llama a los libros. Desde hace un buen tiempo estoy leyendo literatura argentina porque creo que es importante leer cosas del país donde uno vive. Me estoy leyendo todo de María Moreno, realmente me encanta. También Germán García, Gabriela Massuh. De Chile me gustó mucho "Leñador", de Mike Wilson. Voy encontrando más que buscando. Siento que uno está en un período y le llega lo que necesita leer.
– T: ¿Tenés algún método de escritura?
– C.R.: Es loco porque uno trata de planificar la escritura se resiste. Tuve tres meses en el campo para escribir y escribí muy poco. La escritura no depende totalmente de mi voluntad. Uno está como en un modo escritural que luego decanta en dos semanas. De todas formas, trato de sentarme todos los días, sino me pongo a leer, pero siempre trabajo bastante. Tengo un proceso de escritura por capas: escribo una primera capa que es como la pintura de base y luego voy leyendo y escribiendo sobre esa primera escritura. En ese sentido, cuando se habla de lectura, yo no sé si leo tanto, pero leo mucho más allá de los libros. Mirando uno también lee. Leer está asociado a los textos, pero leer es una actitud. Yo antes estaba todo el tiempo leyendo y escribiendo, ahora aprendí a vivir otros momentos. También hay que aprender a no leer.
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