Opinión
02/03/2017 opinión
Ecuador, polarización electoral en el medio del mundo
Leandro Querido, politólogo especializado en observación electoral y director ejecutivo de la Ong Transparencia Electoral, opinó para Télam sobre la segunda vuelta presidencial que se realizará dentro de un mes en Ecuador, en la que competirán el candidato oficialista, Lenín Moreno, y el opositor Guillermo Lasso, del movimiento CREO.
Por Leandro Querido
Follow @LeandroQuerido El pasado 19 de febrero se celebraron las elecciones generales de Ecuador. Los ecuatorianos votaron Presidente y Vicepresidente de la República para el período 2017-2021, la renovación total de la Asamblea Nacional, diputados para el Parlamento Andino y por último por una consulta popular en donde el electorado decidió que los servidores públicos no podrán tener bienes o capitales en paraísos fiscales.
En líneas generales se trató de un proceso electoral correcto. En la América actual no es poca cosa.
Todo proceso electoral contiene al menos tres etapas determinantes. La campaña electoral, la jornada de votación y el proceso de totalización de datos. No fueron pocos los analistas políticos ecuatorianos que se mostraron preocupados por el bajo nivel de la campaña. Los reproches entre los candidatos y las acusaciones cruzadas de corrupción opacaron la dimensión de las propuestas y los contenidos.
Por otra parte, el candidato oficialista Lenin Moreno contó en materia comunicacional con el apoyo de los recursos del Estado con lo cual la competencia se tornó por momentos inequitativa. Sin embargo, hemos podido constatar que en el Ecuador todas las propuestas electorales estaban muy presentes en las calles por lo cual se trató de una elección competitiva.
En la jornada de votación esta presencia opositora también se hizo notar. En los centros de votación, en los recintos como los llaman allí, había una marcada presencia de delegados de partidos políticos, de fiscales como los llamamos aquí. Esto también permitió advertir que se trató de elección competitiva a diferencia de la elección 2013 en donde Rafael Correa arrasó en las elecciones dejando a Guillermo Lasso muy lejos, a más de 30 puntos porcentuales. En este tipo de elecciones, de resultados sabidos, el control por parte de los partidos de la oposición se torna difícil de implementar.
Pero el contexto del domingo 19 de febrero era diferente. El partido de gobierno sufre un desgaste notorio producto de una gestión que lleva diez años y por sobre todas las cosas por la caída de los precios internacionales del petróleo al que se lo enfrentó con endeudamiento. El déficit fiscal ha crecido enormemente y la crisis se percibe en las calles. Esto sin dudas hizo crecer la movilización partidaria opositora que se hizo evidente en la jornada de votación. Además de presencia partidaria durante la jornada no se registraron incidentes, ni hechos de violencia. La tarea del Consejo Nacional Electoral y como así también de las fuerzas de seguridad contribuyó en este sentido lo cual resulta importante destacar dado que en nuestro continente la violencia política es un denominador común.
El escrutinio de mesa se hizo largo. El padrón contaba con 300 electores por Junta Receptora de Votos. Las autoridades de mesa debieron procesar alrededor de 240 votos por cada una de las cinco categorías que se elegían. Es decir, debieron procesar 1.200 boletas únicas. Por lo tanto, se trató de una jornada extenuante que empezó a eso de las 6.30 de la mañana con el armado de las mesas, y desde las 17 horas de la tarde con un escrutinio que concluyó con mucha suerte pasadas las 23 horas.
Sin dudas esta situación afectó a la tercera etapa, la de la totalización de datos. Esta sofocante tarea hizo que las autoridades de mesa cometan muchos errores en la confección de las actas. Fue así que la carga comenzó a complicarse al llegar al 88 por ciento. El titular del Consejo Nacional Electoral, Juan Pablo Pozo, detalló en cadena nacional que había un 12% de actas que no podían cargarse por inconsistencia numéricas, por falta de firmas, por ilegibles y por último porque no habían llegado aún desde el exterior. Este problema se presenta en toda elección. También ocurrió en 2013 pero como no fueron elecciones competitivas pasó inadvertido. En cambio, ahora las actas no computadas definían la posibilidad o no de una segunda vuelta.
Según dispone la Constitución ecuatoriana, en la primera vuelta resultará ganador un binomio presidencial si su votación es igual o mayor al 50%, o del 40%, si supera a su seguidor inmediato con una diferencia no menor al 10%.
Con la carga al 95 por ciento de las actas al día martes posterior a la elección el candidato oficialista Lenin Moreno quedó al borde del 40%. Al borde, no le alcanzó. Llegó al 39,3. Por lo tanto, el 2 de abril habrá segunda vuelta entre Lenin Moreno del Alianza País, 3 millones setecientos mil votos, y Guillermo Lasso de CREO-SUMA, 2 millones seiscientos mil votos.
Algo más de un millón de votos separó a Moreno de Lasso, sin embargo, de cara a la segunda vuelta tiene en apariencia más ventaja para sumar este último que el candidato de Correa. Es que la oposición fue dividida en la primera vuelta y es probable ahora que el electorado se unifique por inercia.
La candidata social cristiana, Cynthia Viteri que hizo una gran elección al superar el 16% de los votos ya anunció que votará por Lasso. El electorado de Abdalá Bucaram también podría tener el mismo destino. Esto se refleja en encuestas recientes que dan por ganador al candidato de CREO SUMA aunque la diferencia en su favor está contenida en el margen de error muestral.
En cuanto a los candidatos presidenciales debemos destacar al oficialista Lenín Moreno de Alianza País. Elegido en el 2007, junto a Rafael Correa Delgado, vicepresidente de la República de Ecuador, cargo al que fue reelegido para el período 2009-2013.
Reconocido promotor y defensor de los derechos de las personas con discapacidad. El opositor Guillermo Lasso candidato por la alianza CREO-SUMA. Es presidente de la Fundación Ecuador Libre, un "think tank" que busca formular políticas públicas basadas en principios de libertad y solidaridad social. En mayo del 2012, luego de 42 años de trabajo exitoso en el sector bancario, renunció a la presidencia ejecutiva del Banco de Guayaquil para dedicarse a la política. El 13 de agosto del 2012 Guillermo se afilia a CREO, para participar 17 de febrero del 2013, donde obtuvo 1.951.102 votos, el equivalente al 22.7% de los electores.
Por último, me parece justo destacar la tarea del Consejo Nacional Electoral. Los que recorremos el continente para cubrir sus elecciones sabemos que esta institución siempre se ha mostrado abierta y preocupada por el mejoramiento y la innovación. Su presidente es un convencido de la importancia de la Observación Electoral y debido a ello convocó a las misiones de la OEA, Unasur, Uniore como así también a miembros de ONGs, académicos y expertos de todo el mundo. Se trató de un proceso electoral abierto al que se le brindo a los actores políticos intervinientes garantías para la competencia. Como en todo proceso electoral cerrado la institución electoral se pone a prueba y en este caso el CNE de Ecuador estuvo a la altura de las circunstancias.
Ahora las ecuatorianas y los ecuatorianos deberán optar entre Lenin Moreno y Guillermo Lasso. Continuidad o cambio, la lógica que siempre se impone en las segundas vueltas.
(*) Politólogo especializado en observación electoral y director ejecutivo de la Ong Transparencia Electoral.