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"Cuando entré en contacto con la desesperación de los padres, yo también pensé como papá", dice Gustavo Fita, autor de la primera ley provincial que reconoce las propiedades medicinales de la marihuana. Al chubutense lo había impactado la historia de Micaela, que llegó a ingerir 27 pastillas por día para tratar sus crisis convulsivas y mejoró en forma notable con el aceite Charlotte's Web. Desde el 20 de septiembre, el producto importado desde Colorado, Estados Unidos, debe estar disponible en hospitales públicos para tratar epilepsias graves.
Fue sólo el primer paso. En Santa Fe hay un proyecto similar y la obra social estatal empezó a financiar el extracto. Otras iniciativas avanzan en Córdoba y Misiones, donde el gobierno reconoció que "no sería descabellado" producirlo. Aunque la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) autorizó 136 solicitudes de importación entre noviembre de 2015 y agosto de este año, no es accesible a todos: los frascos de siete a 50 mililitros cuestan entre 40 y 275 dólares, más los gastos de envío.
"Ojalá fuera aloe vera", dice Ana García Nicora, presidenta de Cannabis Medicinal Argentina, un grupo de pacientes y allegados que exigen acceder a un producto seguro. En esa línea trabaja el doctor Marcelo Morante. "Sabemos que el cannabis actúa como anticonvulsionante y tiene un poder antitumoral", precisa el médico desde la Universidad de La Plata, donde ensaya sobre ratas y moscas. Aunque reconoce que hay contraindicaciones para casos cardiovasculares y psíquicos agudos, es un militante convencido: proyecta que General La Madrid, su pueblo natal, sea el primero en plantar marihuana medicinal.
Mientras los diputados nacionales analizan ocho propuestas de ley, la Comisión de Salud aprobó un proyecto para investigar en universidades. "Se contempla la producción en laboratorios públicos", explica la socialista Gabriela Troiano, autora de la iniciativa. Hay consenso sobre los usos terapéuticos, pero al cierre de esta edición el oficialismo parecía decidido a seguir penalizando a los portadores para consumo personal.
Pase lo que pase en el recinto, el debate seguirá. Desde la fundación Mamá Cultiva, 500 familiares de chicos con encefalopatías graves aseguran que cada caso es distinto y se necesitan múltiples variedades de la planta. Su presidenta Valeria Salech avisa que "no vamos a resignar los cultivos que ayudaron a nuestros hijos a disfrutar más de la vida".
Pablo Corso
