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El verano eterno de Mike D de los Beastie Boys

Ciudad FM

Mike Diamond sale de su jacuzzi, se pone un buzo cómodo y unos jeans, y descorcha un Barbaresco de 2008. El Beastie Boy conocido como Mike D está en su casa en Malibú, un predio de 4.000 metros cuadrados que compró hace once años y que ha pasado casi todo este tiempo renovando. Es un palacio de placer: hay un trampolín con un aro de básquet, un quincho junto a la pileta que también funciona como sala de cine, una huerta de paltas en el extremo norte de la propiedad y cinco palmeras en fila en el sur. Junto a la enorme puerta principal hay una pequeña escultura de madera de una mano, del artista Sage Vaughn, que ofrece una pista de cómo ha pasado Diamond la mayor parte de su tiempo últimamente: el meñique y el pulgar están extendidos en la señal hawaiana de relajación, el "hang loose", y hay olas pintadas en la palma de la mano. "Es una mezuzá surf", dice Diamond riéndose. "¿Una surfzuzá?"

Mike D nació en una familia judía, pero si hoy tiene una religión, ésa es el surf. Neoyorquino de nacimiento, Diamond vivió los últimos dos años en Malibú, a minutos de una playa recóndita cuyas olas ya conoce bien. Estuvo ahí hace una hora, ondeándose en el agua montado a su tabla Fowler. Agarró un par de olas más o menos, las surfeó hasta que chisporrotearon y después, desilusionado, decidió dar por terminado el día. "Me puse impaciente", me dijo en la playa. Gran error: en ese momento, apareció una serie de bellezas enormes. "Oh, man, ¡mirá ésas!" Diamond se quejó, apenado. Pero no hay problema. "Tuve un par de buenas olas esta mañana", dijo.

Más tarde, Barbaresco en mano, Diamond me muestra la casa. Hay un cuarto para sus dos hijos, Davis, de 14 años, y Skyler, de 12. Hay un estudio de grabación y una cocina amplia con pisos de cemento, un techo transparente y una pared de vidrios que se abren para dar paso al jardín. Lo atravesamos y nos dirigimos sin apuro al quincho junto a la pileta, donde Diamond graba la mayor parte de los episodios de su excelente programa de radio, The Echo Chamber (se emite por Beats 1 de Apple Music), que lo está presentando a un público completamente nuevo exactamente 30 años después de que los Beastie Boys lanzaran su disco debut, Licenced to Ill. "Me siento acá y charlo con el invitado que sea", dice Diamond, señalando un sofá bajo con tres secciones que forman una U enorme. "A veces jugamos al ping-pong afuera." Ya van más de nueve episodios, y Diamond hizo que el programa fuera una mezcla libre de cosas viejas y nuevas: puede que pase de D.R.A.M. a los héroes de culto del post-punk ESG; o de Rihanna a Sister Nancy. Sus compañeros -el músico Dev Hynes, el comediante Jerrod Carmichael, la surfista profesional Stephanie Gilmore- aparecen, se ponen a charlar y recomiendan la música que, en su opinión, tiene significados especiales. El programa es una manera, para Diamond, de exhibir su colección de discos y alimentar el apetito inacabable de sonidos nuevos que lo acompañó toda la vida. "Me recuerda a cuando tenía 13 años, y ahorraba plata para comprar discos", dice. "Incluso en la época de las redes sociales, gran parte de lo que hago es lo mismo que antes." No es un tradicionalista malhumorado, convencido de que la música era mejor en otras épocas. "Ezra Koenig estuvo acá, haciendo el primer episodio conmigo, y estábamos jugando al ping-pong, hablando de canciones que estábamos escuchando. Mencionó 'Minnesota', de Lil Yachty." Diamond nunca la había escuchado, pero le encantó, y el tema fue directo al programa.

La historia de los Beastie Boys es también una historia de mezcla de géneros: empezaron como un grupo de hardcore punk antes de reinventarse como unos sabelotodos del rap, y su primera gira fue como teloneros de nada menos que Madonna. En este sentido, eran un producto representativo de la Nueva York de los 80. "Hay muchas otras ciudades increíblemente inspiradoras y multiculturales", dice Diamond, "pero Nueva York era el único lugar, en esa época, donde tenías esta mezcla de estilos diferentes y tenaces de música: hip-hop, punk-rock, hardcore, jazz, lo que fuera".

Diamond tiene esa época en mente en estos días porque, junto al otro Beastie, Adam Horovitz, estuvieron trabajando en un inminente libro de memorias de la banda. No quiere dar detalles, pero dice que no va a ser convencional, y que va a tratar especialmente de capturar el sabor de Nueva York en los primeros tiempos del grupo. "No creo que puedas explicar sin explicar algo de esa historia de Nueva York", dice.

Aquí en Malibú, la atmósfera en la que está Mike D es de alegría, pero tuvo momentos de tristeza en los últimos años. Uno, por supuesto, fue la muerte de Adam Yauch, fundador de los Beastie Boys junto a Diamond y Horovitz cuando eran adolescentes, y quien falleció de cáncer en 2012. "No pienso en Yauch a través de su muerte. Pienso en él a través de su vida", dice Diamond. "Era como mi hermano mayor más cercano. Pasamos tantas cosas juntos." Yauch a veces aparece en la cabeza de Diamond, y lo guía y le da ánimo: "Incluso con el programa de radio, si estoy alejándome un poco del lugar donde me siento más cómodo, aparece su voz de aprobación en mi cabeza, diciéndome: 'Sí, tenés que hacerlo'".

También está el fin del largo matrimonio entre Diamond y la cineasta Tamra Davis, que dirigió Medio drogados y Billy Madison. "Estamos legalmente separados… o 'conscientemente separados'", dice Diamond, sonriendo. "Creo que ése sería el término de Malibú." Hace una pausa. "Tamra es genial. Pero llegás a un punto en el que te das cuenta de que ésa no es la única razón para estar con una persona. Puede ser, pero no siempre funciona así." Se niega a elaborar este concepto, pero señala que Davis vive cerca y que se dividen las tareas de paternidad en un "50 y 50".

Diamond reacciona a las subidas y bajadas de la vida, dice, metiéndose en el agua con su tabla. "Es someterte completamente al control de la naturaleza", explica, tratando de describir el atractivo casi espiritual que tiene el surf para él. "Alguien como Kelly Slater", un surfer leyenda, que es su amigo, "puede leer de manera más astuta lo que le está dando la naturaleza, pero incluso él no puede controlarla". Así que Diamond le dio forma a su vida alrededor del surf, no sólo yendo a la playa de Malibú todo lo que pueda sino también viajando por el mundo y buscando olas mientras hace otros proyectos que lo atraen. Es una existencia envidiable: en un par de días, me cuenta, va a volar al Reino Unido para darle los últimos toques al nuevo disco de Slaves, el dúo punk que está produciendo. Después va a viajar a Alemania como parte del rol de "embajador cultural" que le otorgó Mercedes-Benz. "Supuestamente hay un río increíble en Múnich que quiero ver", señala. También va a parar en París, básicamente para cenar con unos amigos, y después partir al sur de Francia, donde va a participar en una competencia de surf, y donde su amigo Pedro Winter -director del sello Ed Banger, quien dio a luz a grupos como Justice, Sebastian y Cassius- va a ser DJ.

"Tengo que mandarle un mensaje", se recuerda Diamond. Después se sirve otro vaso de vino.

Jonah Weiner

CIUDAD FM

CANAL 12

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