El segundo nombre de Esperanza Spalding es Emily. Así también se llama lo que ella define como su espíritu creativo y la fuente de inspiración del disco que vino a presentar en su tercera visita a Buenos Aires, Emily's D+Evolution.
En el álbum, que fue co-producido por ella misma y Tony Visconti (legendario productor de David Bowie), la cantautora estadounidense de 31 años explora una variedad de géneros, con el jazz, el funk y el rock como punto de partida.
Spalding, que a los 5 ya tocaba el violín en la Sociedad de Música de Cámara de Oregon y lanzó su primer LP, Junjo, hace diez años ante el reconocimiento del mundo del jazz, por sus dotes con el bajo y contrabajo, ya lleva varios años expandiendo su público más allá de los géneros. Y su presentación en el Teatro Coliseo es una muestra de su inclasificable marca autoral.
Una vez apagadas las luces de la sala, el show se inicia entre los rugidos de un cielo inquieto. Parecen distinguirse también sonidos de pájaros, fauna y selva, y los latidos de la tierra antes de que se desate una tormenta. o tal vez la erupción de un volcán. Algo se aproxima. De repente sale Esperanza con su afro y un maxi vestido de gala blanco y negro poniendo voz a la delicada melodía de "Farewell Dolly". No se la verá así por mucho más. Como si se tratara de un "rebirthing", poco tiempo después se escabulle del traje y sale gateando por debajo de la falda. Reaparece ya sin el afro (era una peluca, su pelo verdadero actualmente está hecho trencitas), con ropa blanca, anteojos de marco grueso también blancos, y una corona. Se levanta y comienza a moverse, por momentos de forma robótica, por otros pareciendo una marioneta que cobra vida. Toma del suelo su bajo y comienzan los beats del súper adrenalínico "Good Lava". Al parecer, llegó Emily.
Más que un alter ego, Spalding ha dicho que Emily es "un espíritu, un ser o un aspecto que conocí o del cual tomé consciencia" y que su trabajo es "ser sus brazos y oídos y voz y cuerpo". Ella se entrega con deleite, canalizando esta energía, jugando con este espíritu, personificándolo felizmente. Durante un show teatral pero no ostentoso, se interpretan todos los temas del disco y ninguno de los anteriores. Pasan por el escenario carteles ("EVOLUTION", "DEVOLUTION", el signo "+", una combinación de estos), hay segmentos a capella, variaciones en la intensidad y el volumen, la artista toca el bajo y el piano eléctrico, canta dirigiéndose al público con el dedo índice alzado como queriendo aleccionar o predicar, se mueve como poseída, se desploma sobre el escenario para luego ser "revivida" por sus tres coristas que le entregan unos libros. Luego de esto, los cuatro juntos recitan las estrofas iniciales de "Ebony And Ivory" tan velozmente que parece un trabalenguas. Es uno de los momentos de mayor espectacularidad del concierto y el público aplaude. Los coristas, siempre presentes con sus outfits amarillos, contribuyen con voces pero además participan del juego de la puesta en escena del disco, bailando, riendo, gritando. Hacia el final de la noche, durante la apacible "Noble Nobles", le colocan a Esperanza una capa también amarilla y al finalizar la canción le quitan el bajo. Cabe destacar también el aporte de la guitarra eléctrica, cuyos riffs y arreglos intergalácticos y espaciales remiten a Casiopea o Incognito.
Luego de "Unconditional Love", Spalding hace una reverencia dejando caer la corona y anteojos. El final está cerca. Durante el último tema, el poderoso himno "Funk The Fear" (que incita al oyente a "funkear" el miedo y a vivir su vida), luego de una larga intro, los coristas bajan del escenario y danzan entre el público. Algunos espectadores ya están de pie aplaudiendo efusivamente y bailando. A ellos Esperanza les sonríe con picardía mientras le da al bajo y también baila descontracturadamente, intercambiando miradas cómplices con los coristas.
Pero es durante "Unconditional Love" que se produce uno de los picos de intensidad del show. En un momento Spalding se ubica delante del corralito acrílico que rodea la batería y toca para su reflejo, el cual también se ve desde el público. Esta imagen surreal, cósmica y simbólica da la impresión de estar presenciando un desdoblamiento y encontrarse ante el cuerpo por un lado y el espíritu por otro, ego y alterego, Esperanza y Emily, ambas conectadas y tocando fieramente el bajo.
Christine-Marie Andrieu