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La CGT busca adhesiones para la movilización pero no quiere romper los puentes con el Gobierno

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Opinión

27/02/2017 gremiales

La CGT busca adhesiones para la movilización pero no quiere romper los puentes con el Gobierno

Para el autor la central sindical quiere mostrar su fuerza, mientras espera una convocatoria al diálogo, por parte del Gobierno.

Por Luis Laugé

Dispuesta a recuperar protagonismo gremial y político, la CGT apuesta todo a la movilización del próximo martes en repudio a la actual política económica. Es un requisito ineludible que esa convocatoria sea exitosa, más si efectivamente convoca a un paro a fin de marzo, que por sí solo no modificará la situación y con el que no todos los sectores gremiales están de acuerdo.
El objetivo del triunvirato sindical (Schmid-Daer-Acuña) es mostrar la protesta –mientras espera gestos oficiales para volver al diálogo- como una fuerza capaz de cambiar las decisiones del Gobierno. Para ello busca que se sumen todos los sectores que tienen diferencias insalvables con la administración Macri.
Los gremios están convencidos de que el Gobierno no modificará un modelo económico al que consideran "expulsor del empleo", pero al mismo tiempo no terminan de confiar en sus ahora aliados piqueteros ni en el propio peronismo. Por esto, la estrategia es compleja y saben que tienen un límite: el sindicalismo no puede -ni quiere- aparecer como desestabilizador de Mauricio Macri.
Esto es, a la CGT le interesa mantener el equilibrio frente a la Casa Rosada. Fue Macri quien adoptó la decisión histórica –así definida por los propios sindicalistas- de devolver los millonarios fondos adeudados a las obras sociales y repartirlos equitativamente a través de la Superintendencia de Servicios de Salud, que preside Luis Scervino, después de una larga década de sufrir la apropiación de esos dineros aportados por los trabajadores por parte de los gobiernos de Néstor y de Cristina Kirchner.
Sus aliados de los movimientos sociales también recibieron el apoyo del Gobierno, con la aprobación de la Ley de Emergencia Social, que permitirá financiar hasta 2019 a los sectores informales. Algo que no bastó -las pruebas están a la vista- para que los piqueteros se adueñaran de las calles de la Ciudad, se manejen a su antojo y mantengan de rehenes a los ciudadanos de a pie.
¿Cómo seguir adelante con las protestas sin dañar conquistas gremiales y sociales que contaron con la buena voluntad del Ejecutivo? Desde el sindicalismo y las organizaciones piqueteras hablan de que son "objetivos ya incorporados" a la vida de esos sectores y que ello no avala al Gobierno para producir despidos o establecer un techo a las paritarias, o encarecer los servicios.
Pero a pesar de la tensión permanente que se vive con el poder, y de suspender el diálogo en la Mesa de la Producción y el Trabajo, la CGT mide cada paso a seguir y así es que no considera todavía un paro general inmediato. Juega el sindicalismo por ahora a sumar adhesiones y a canalizar la protesta contra el Gobierno junto a otras organizaciones que reclaman un cambio.
En la marcha del martes 7, convocada por la CGT y los movimientos sociales estarán los gremios industriales, los docentes nacionales y provinciales en conflicto (que ese día cumplirán 48 horas de huelga), las Apymes, la CGE, el PJ Nacional, los intendentes peronistas del Grupo Esmeralda, el Frente Renovador, el Partido Socialista, y sobre todo muchos delegados gremiales de fábricas donde hubo cesantías. También se subirán a ese colectivo los seguidores de Cristina Kirchner, quien en sus tiempos de presidenta ignoró y maltrató a las organizaciones gremiales. Ahora en cambio llama a marchar con ellos, aún a riesgo de quedarse sola en una nueva excursión a Comodoro Py.
En el Gobierno, a su vez, parecen perder la paciencia. Los hombres que mejor interpretan a Macri en el gabinete (el jefe de ministros Marcos Peña, el coordinador Mario Quintana y Gustavo Lopetegui) juzgan de "ingratos" a los sindicatos y a los piqueteros después de los beneficios que les concedieron. Varios dirigentes sindicales se disculpan: la CGT, dicen, tiene vocación dialoguista, pero no puede dejar de reaccionar frente a los reclamos.
Los funcionarios repiten que el país sigue creciendo y algunos amenazan con restringir los aportes que reciben gremialistas y piqueteros. En la intimidad, voceros sindicales confiesan a Télam: "El Gobierno no puede volver atrás frente a los conquistas conseguidas porque, si no, el paro será más rápido de lo que se imaginan".
Pero en la CGT dicen que la protesta también busca llamar la atención de la clase política en general para que "se pongan al servicio de los trabajadores". La recorrida por los sectores políticos en las últimas semanas (el PJ, el Frente Renovador, el socialismo y la UCR, que no adhirió a la marcha) es para demostrarles que, sin la intervención de los sindicatos, no cambiará el rumbo del Gobierno.
Aunque puertas hacia adentro, en el consejo directivo sindical hay críticas también hacia el peronismo. Lo ven fragmentado. Con distintos bloques justicialistas en el Congreso (como los casos de Diego Bossio y del gremialista Alberto Roberti), dicen que Sergio Massa bajó en las encuestas por "haberse pintado de amarillo", en referencia a cierta vocación del ex intendente de Tigre a no despegarse del todo de las políticas del Gobierno.
* Luis Laugé es periodista y especialista en temas gremiales. etiquetas

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