Si alguien individualiza a su hermano sólo como pariente o señala que lo respeta y no que lo ama. Si las razones de esta situación se debe a la elección sexual de ese hermano y si ese hermano está obligado a vivir a 14.000 kilómetros de distancia, en otro Continente, esa persona tiene un conflicto existencial que debe ser tenido en cuenta a la hora de entender sus actitudes, las que además, estánsubordinada a un escaso nivel educativo. Hablamos de entender, no de justificar. Estamos hablando del Diputado Nacional Alfredo Olmedo, alguien que ha trascendido nuestras fronteras provinciales para convertirse no en un ilustre sino, justamente lo contrario. Es excéntrico y provocador, es falaz y un predicador sin ejemplo, es capaz de usar el dolor ajeno para proponer la muerte como remedio y la mutilación como castigo. Se muestra como el paradigma de aquellos que se representan con valores absolutos, pero ya se sabe que es un apóstata que supo llevar a la política su modo más allá de lo que hizo en el campo de lo religioso. Cuando el calor del Poder era benigno y la asociación beneficiosa, se subió a las tribunas partidarias del peronismo, luego se quiso distanciar para evitar complicidades y generó un partido desde conceptos válidos para los que pregonan la antipolítica. En algún momento volvió a sus orígenes y ante los contrastes se presentó nuevamente desde una vereda contraria pero oportunista. Hoy ya no tiene partido dado que la Justicia Electoral eliminó al suyo por escasez de afiliados. Es un embustero mediático y no duda en anunciar asociaciones que son simples instantes fotográficos que usa como propaganda. Así se presenta hoy como candidato a la Presidencia y al otro día se anuncia como futuro gobernador, mientras sigue repartiendo gorras con “pensamientos vacíos”.
También podríamos advertir que se trata del hijo de un hombre rico, cuando él cree que es rico por méritos propios, cuando no supo aprovechar su ventaja para brillar con luz propia sino que eligió brillar con un protagonismo político que se inició por imposición de la fortuna familiar sobre sus socios en la administración provincial y se afianzó por esoterismo antes que por ideas. Si eligió el amarillo para ser notado y se abusó con la imposición de ese color en los suvenires de campaña, eso no sería original porque Mauricio Macri llegó a la Presidencia con ese mismo color. Lo triste es cuando no puede argumentar más que el color y decide presentarse en un recinto cerrado, como el hemiciclo de Diputados, en tiempos de altas temperaturas, con una campera de montaña que consiguió en amarillo. Un ridículo que insiste en su ridiculez. Al igual que Macri quizá la preferencia por el amarillo llega del mote con que se conocían a los gremialistas que trabajaban a favor de los patrones. Hoy en el país y en su propia provincia se sabe que es un subordinado de Cambiemos, aunque lo hace desde afuera porque Cambiemos no lo quiere adentro.
Es muy triste escucharlo al tratar de justificar su actitud en la salida del quorum porque entendía “una falta de respeto” que la sesión no hubiera comenzado cuando habían pasado 20 minutos de la media hora de tolerancia. El tema transcendente de lo que constituía el llamado a Sesión Extraordinariapara tratar la oposición a la suba de tarifas de servicios esenciales no le pareció merecer ningún respeto e, incluso, ni siquiera le mereció respeto su propia opinión que podía haber expresado una vez que su presencia se sumara a las de los demás que formarían el número exigido para comenzar el debate oficialmente. Tuvo el tupé de presentarse y pedir la palabra luego de que se levantara la sesióna partir de su huida presurosa exigida desde el oficialismo. Un verdadero mamarracho político que no nos avergüenza, porque para vergüenza yatenemos otros ejemplares, sino que nos obliga a reclamar tino a la hora de votar, no se trata de las ideas políticas, sino de la coherencia ética que hay que exigir a los candidatos de acuerdo a su historia de vida y antecedentes. Pero el culpable siempre será el engañador, nunca el engañado porque es la víctima de aquel.