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Las escenas de setentismo explícito de IKV y Turf en Córdoba

IKV en Córdoba.
Foto: Gentileza Personal Fest

Hay festivales con ejes temáticos claros, como pueden ser el género (muchas bandas de heavy metal en un solo escenario, por decir) o el público al que están dirigidos (algún que otro evento para millennials). La edición del Personal Fest en la Plaza de la Música de Córdoba pareció regida por uno de estos ejes (la procedencia noventosa) pero en realidad tuvo otro menos obvio: las raíces setentistas.

Porque tras las presentaciones de Los Mentideros y Los Superclásicos, subió al escenario Turf, que ya desde la apertura con "Kurt Cobain" dejó en evidencia lo mucho que abreva en ese pop comercial que sonaba en las radios mientras el primer rock argentino daba pelea en las cuevas. Frases como "quiero que comprendas que es sincero el cariño que te tengo y que nunca va a faltar" sobre melodías juguetonas y arreglos de teclado que parece sacados de películas de Olmedo y Porcel nos recuerdan que Joaquín Levinton y los suyos hacen muy bien eso de rescatar lo que el rock muchas veces miró de reojo. Un set breve pero hitero ("Loco un poco", "Magia blanca", "Pasos al costado" y el final desaforado con "Yo no me quiero casar, ¿y ud?") y un público satisfecho pero todavía expectante.

Turf.
Foto: Gentileza Personal Fest

El setentismo de Illya Kuryaki no necesita demasiada explicación: si bien su "negritud" nunca fue muy disimulada, desde la aparición de La humanidad o nosotros (2016) terminaron de mutar en una banda de funk vieja escuela, que hasta se permite reformular radicalmente sus propias canciones (la gran sorpresa fue "Coolo" en formato de balada R&B con autotune, por ejemplo) para ajustarse a sus nuevos grooves. Desde el inicio con "Ula ula" hasta prácticamente la mitad de su set, lo suyo fue un catálogo de subgéneros afroamericanos que oscila gracias a cambios sutiles: las congas agregadas en "Jennifer del Estero" aportan sabor latino, la flauta traversa en el medley de "Jugo", "Latin geisha" y "Guerrilla sexual" lo convierte en la banda de sonido de una película blaxplotaition que todavía no se filmó. El primer afloje de mordida es "Los ángeles", que en lugar de descansar en el ritmo lo hace sobre los arreglos de teclado dramáticos y cuasi orquestales de Rafa Arcaute. Y de ahí en más, Emma y Dante luciéndose como frontmen con el apoyo de un grupo que, por estar tan afilado, suena distendido y lúdico (mención especial para Matías Rada en la guitarra, que maneja con maestría la ortodoxia pero a la vez puede riffear con aspereza como en "Helicópteros" y orillar el hard rock como en "Madafaka" sin desentonar).

"Abarajame" era el cierre esperable, sólo que ahora aparece con un flow más "serio" sobre estallidos de bronces al estilo James Brown, y con una coda que repite hasta el infinito el nombre del grupo mientras la banda vuelve al blaxplotaition sedoso y de ahí de nuevo al soul duro. Y en los bises dos de las nuevas: "Ritmo mezcal" y "África", para redondear así una jornada que arrancó multicolor y después -nunca mejor dicho- fundió a negro.

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