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Las maniobras judiciales de Cristina en busca de impunidad

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Las maniobras judiciales de Cristina en busca de impunidad

Por Carlos Pagni│La última frontera de control que ensaya el kirchnerismo se trata en estas horas en la Cámara de Casación Penal. Allí se intenta controlar la causa que inició Alberto Nisman contra la expresidenta.

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Carlos Pagni Columnista Todo Noticias

Uno de los problemas estratégicos de la Argentina es la baja credibilidad del sistema judicial. Sobre todo en lo que tiene que ver con la penalización de la corrupción y los delitos que comete el poder político. En los últimos años hubo distintos métodos para garantizar la impunidad de ese poder. Si uno mira el nivel de corrupción de los últimos meses del kirchnerismo resulta cada vez más comprensible la vocación de los Kirchner por dominar a la Justicia.

Néstor Kirchner montó un sistema extorsivo que manejaba el exespía Antonio "Jaime" Stiuso, quien controlaba a funcionarios y jueces corruptos del fuero penal federal. Con el tiempo, Cristina Kirhner no quiso mantener ese negocio porque desconfiaba de esa gente.

La expresidenta pretendió cambiar un tipo de presión de la Justicia por otro. Por eso inventó una organización facciosa de magistrados que se embanderan con una causa política denominada Justicia Legístima. Ese nombre está puesto en la convicción de que la Justicia que no tiene un alineamiento con ese gobierno no es legítima.

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Como Cristina no pudo llevar adelante la primera reforma -esa que se conoció como la de la "democractización de la Justicia"- ideó otro sistema. Así le quitó poder a los jueces que no les respondía y asignó ese poder a los fiscales. Esa modificación se completó con un procedimiento: la designación de fiscales en lugares sensibles del entramado judicial que podían afectar a la Casa Rosada.

La última frontera de control que ensaya el kirchnerismo se trata en estas horas. En el centro está la Cámara de Casación Penal, el último órgano de aministración de Justicia federal. Es como una corte del sistema penal. Por encima solo está la Corte. Allí se está tratando de controlar la causa que inició Alberto Nisman.

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Mas allá de la importancia de la denuncia del fiscal, nunca fue investigada. Daniel Rafecas, un juez ligado al kirchnerismo, dijo que no debe ser investigada. Su posición es más grave porque otro fiscal, Gerardo Pollicita, había pedido 50 medidas de pruebas que no se analizaron por decisión del magistrado.

La causa entró por otra avenida hacia la investigación penal a través de una denuncia contra el excanciller Héctor Timerman por traición a la patria, que recayó en el juzgado de Claudio Bonadio. Cuando la causa llega a la sala de Casación, una de sus salas decide que Bonadio avance contra Timerman para determinar si esto fue así o no.

Además de faltarle transparencia, a la expresidenta le falta picardía. Al seguir insistiendo para que Rafecas no investigue a la expresidenta, van a lograr que Bonadio los termine investigando, si junta las dos causas. De esta forma podría saberse si las acusaciones son consistentes o no. Probablemente el fiscal general recomiende en breve entregar la causa.

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Estamos hablando del mayor caso de impunidad de la historia reciente, el de un fiscal que denunció al Gobierno, bien o mal, con argumentos sólidos. Una capa de impunidad se deposita sobre otra. Y al final de todo, el misterio del atentado de la AMIA, del que 22 años despues no sabemos quién lo cometió.

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