Provinciales

Le pagan para probar la cerveza y dice que tiene el «mejor trabajo de la ciudad»

Salta | Salta | UNSa Le pagan para probar la cerveza y dice que tiene el "mejor trabajo de la ciudad"

22 de enero 2017 – 01:30 Vilma Vilte es juez sensorial de una cervecera

Antonio Gaspar

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{[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ content ]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ titulo ]} {[ epigrafe ]} {[ copyright ]} Quizás, el notable escritor colombiano Gabriel García Márquez se haya equivocado al calificar al periodismo como el mejor oficio del mundo. Se puede llegar a decir que para muchos hombres, el sueño del pibe, en lo que a trabajo se refiere, lo tiene una mujer.Vilma Vilte es una de las pocas jueces sensoriales de la cervecera local, o para decirlo bien en salteño: a Vilma le pagan para probar la cerveza. En realidad dice que es la jefa de Elaboración, pero todos sabemos que no es así. Ella forma parte de un grupo de personas, que son los altos mandos gerenciales que tiene un rol específico y que además hacen el trabajo de "jueces sensoriales" y testean la cerveza antes de salir a la venta al público.Es decir que en determinado momento se reúnen con el jefe de Laboratorio, de Envasado, con los supervisores y con el gerente de Planta para probar lo que están produciendo. Placentero por donde se lo mire aunque destaquen muy seriamente la importancia del acto dentro del proceso.La noticia es que ella es la única mujer en el grupo de al menos 5 gerentes y jefes que definen todo en la planta de producción que está al lado del Monumento 20 de Febrero, en la ciudad capital.Sucede que la firma, como cualquier cervecera que quiere mejorar su calidad, comenzó desde hace años a formar un equipo de jueces sensoriales, los cuales fueron capacitados en línea con los estándares internacionales para identificar los aromas y sabores deseados y también detectar los indeseados.Ella sonríe y lo admite finalmente, sabe que tiene uno de los trabajos más envidiables que cualquier ser humano quiere tener; aunque le costó mucho llegar hasta donde está. Fueron años de estudio y luego de una perseverancia destacable.Vilma estudió la licenciatura en Bromatología, en la Universidad Nacional de Salta, y antes de recibirse entró en una pasantía de la empresa. Eso fue hace casi 14 años y hoy es respetada y reconocida por los 21 trabajadores que tiene a su cargo."Yo tenía 26 años y vivía con mi papás en una casita del mismo barrio (20 de Febrero). Cuando se abrió la convocatoria por el convenio entre la UNSa y la cervecera yo me anoté para la pasantía y mi papá (Ricardo) estaba entre expectante y sorprendido. Entré de pasante y a los 9 meses me hicieron efectiva. Nunca pensé que me quedaría tantos años y que realizaría mi actividad profesional acá", le dijo a El Tribuno, mientras de una manguera sacaba un vaso fresco de una rubia para convidar.En los 21 jornadas que dura la elaboración de una cerveza, ella está presente, día y noche, sin horarios. Por día llegan a producir 206 mil litros del elixir de cebada que tiene una historia de más de 10 mil años.En su ámbito de trabajo, ella habla de cocina, fermentación, levaduras, mosto y materias primas de una manera contundente. Sin embargo, se detiene a explicar que ella es la "dueña de las temperaturas". Allí es donde Vilma define, controla y verifica de manera exhaustiva. Sus ojos deben ver desde cocinar la cebada a alta temperatura hasta el frío del filtrado. Entonces es cuando la prueba por primera vez. La mira, la toma, la disfruta, sonríe y la tira por una canaleta. "Está buena", dice.Instruye: "A la hora de servirse una cerveza, lo primero que uno debe mirar es el color y la espuma. Nosotros vendemos una cerveza cristalina que se caracteriza por un color dorado pálido y una espuma persistente. Por eso es que nosotros hacemos regularmente el control y ya tenemos un conjunto de descriptores, buscamos los atributos y los aromas particulares, como así también buscamos los defectos", dijo.Hoy ya con 39 años y sus casi 14 años de experiencia, es una palabra reconocida en el mundo de las cervezas. Mientras camina por la fábrica, que son tres plantas en un mismo predio, solo le basta con mirar los filtros para saber que todo funciona correctamente."Para ser juez sensorial no alcanza solo con tener buen paladar u olfato, sino que es necesario entrenar los sentidos en los distintos tipos de sabores y aromas existentes para luego poder identificarlos en un productor", dice con tono profesional. Cuando habla más distendida es evidente que está dispuesta a tiempo completo con su trabajo porque lo describe apasionadamente. El resto de su vida, fuera de la planta de producción, la disfruta al máximo con el yoga que descubrió hace poco. De lo que también cuenta con mucho entusiasmo son de sus viajes por Israel, las playas y los Estados Unidos.En la reflexión final, quizás García Márquez no estaba tan equivocado con aquello de que el mejor oficio del mundo es el periodismo. Porque si no cómo podríamos conocer a la persona que tiene el "mejor trabajo de la ciudad". Aparecen

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