
Escondida tras la negritud de Los Cafres hay otra negritud menos evidente, una que remite a la prehistoria del género que cultivan: la del soul. A simple oída, Alas canciones no marca ninguna ruptura con su obra pasada: lo suyo es el reggae roots bonito, tocado con oficio. Pero hurgando en la interacción entre teclado, vientos y guitarra de "Orbita" o en la cadencia de "Arco iris" descubrimos la cuerda afro en su vertiente satinada, cercana al sonido groovero y dulzón de Filadelfia. Con pocos sobresaltos (un estallido ragga en "Listo", algo de oscuridad en "La maraña"), la banda entrega otro álbum acompañador, sensible, elegante y, sí, negro.