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Macri en busca de la bendición para la gestión

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Macri en busca de la bendición para la gestión

El presidente entendió que Francisco es capaz de conducir los ánimos de la dirigencia política. Por Damián Glanz.

Damián Glanz Columnista Todo Noticias

Mauricio Macri no fue en búsqueda de una foto con sonrisas. La visita al papa Francisco pretendió ser más que un acto de marketing para el santoral criollo. El Presidente viajó para intentar convencer a Jorge Bergoglio de que su gestión está dirigida a los más humildes. Macri necesita que Francisco le crea porque le reconoce un rol clave como garante de la paz social en el país. “Líder moral”. Así lo definió luego de la reunión. También lo ve como un socio electoral.

El Presidente se preparó durante varias semanas para el encuentro. La convocatoria a la Mesa del Trabajo y la Producción, el espacio institucional de diálogo entre gobierno, trabajadores y empresarios, fue apenas una ofrenda de avanzada. Una señal de acercamiento.

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En realidad, después un año de rechazar esa propuesta, a Macri no le quedó más que aceptar la idea que con mucha insistencia le reclamaba la Conferencia Episcopal. Bergoglio fue el armador de la Mesa de Diálogo Argentino durante la presidencia de Eduardo Duhalde. De ahí nació el Plan Jefes y Jefas de Hogar que se financió con la puesta en marcha del impuesto al cheque y las retenciones a las exportaciones agropecuarias.

Macri se negaba a reeditar aquel escenario. Implicaba reconocer un estado de crisis profunda y ceder terreno y capacidad de decisión. Pero el anuncio del 32 por ciento de pobres obligó a modificar los planes. La crisis es profunda.

Pero el Presidente le llevó mucho más que el Decreto 1092 que dio origen al nuevo espacio de encuentro. Llevó una enorme carpeta con todos los programas que su gobierno ya lanzó o está por implementar para atender a las necesidades de los más vulnerables.

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Macri quiere que el Papa deje de pensar (y de decir) que su gestión sólo beneficia al capital especulativo y a los sectores más favorecidos de la sociedad.

La lista que enumeró el Presidente es larga: desde la “Reparación Histórica para Jubilados”, la creación de la Pensión Universal para el Adulto Mayor y hasta los planes contra inundaciones y de prevención de la violencia contra la mujer. Tenía previsto contarle en detalle los alcances del Plan Belgrano, en especial los proyectos de obras de agua y saneamiento que en 2017, las ocho provincias que lo integran, concentrarán el 80 por ciento del presupuesto nacional de ese programa.

Macri se estudió “El Estado en tu barrio”, una iniciativa interministerial que busca acercar a los sectores más apartados o vulnerables áreas clave para que en un solo trámite se pueda obtener el DNI, anotarse en la Asignación Universal por Hijo, obtener la tarifa social para los servicios de agua, gas o energía eléctrica y realizar consultas médicas.

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Precisamente sobre ese plan Macri tiene para jugar una carta valiosa para Francisco. Uno de sus colaboradores más cercanos, el abogado, dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular y asesor del Consejo de la Justicia y la Paz del Vaticano, Juan Grabois, se sumó a una iniciativa de la Jefatura de Gabinete para recorrer casa por casa en las zonas más vulnerables para acercar esos programas sociales.

Macri quiere mostrarle al Papa que la Iglesia argentina ya trabaja junto a su Gobierno. Quiere darle a entender que el ruido que provocan las movimientos sociales oculta las tareas que ya están haciendo en conjunto.

De hecho, un hombre muy ligado a la Conferencia Episcopal forma parte activa del Gabinete y tiene un rol clave en la implementación de la políticas de integración social. Se trata del exdirector de Cáritas Argentina, Gabriel Castelli, que secunda a Carolina Stanley en el ministerio de Desarrollo Social de la Nación.

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El propio Castelli es uno de los responsables de implementación de la ampliación de la Asignación Universal por Hijo a más de 300 mil hijos de monotributistas y trabajadores temporarios que antes estaban excluidos del programa. Macri quiere que Francisco acepte que su gestión incluye a los que Cristina Kirchner dejó afuera.

El jefe de Estado está obsesionado con revertir la imagen que Francisco se ha hecho de la gestión de Cambiemos y que en gran medida se asemeja a la que describe la expresidenta. Esta semana Cristina se quejó de los índices de pobreza e indigencia difundidos por el Indec y de la interpretación que se hicieron de ellos. Sin dudas, el escandaloso nivel de exclusión que hay en la Argentina ocurre a pesar de la inédita ayuda que desde el Estado se ofrece a los sectores más vulnerables. Según ella, ese argumento es la antesala de la eliminación de los planes sociales: si no funcionan, se recortan.

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Macri fue a decirle al Papa que la ayuda social va a crecer. Que la meta de su gobierno es emprender el camino hacia la “pobreza cero”. Fue a rendir examen y a pedir su aprobación. Macri quiere la bendición papal. Es un cambio radical en la estrategia del vínculo con el Vaticano. Ya no lo trata como a un igual, como si fuera otro jefe de Estado (cosa que lo es). Macri entendió que Francisco es capaz de conducir los ánimos de la dirigencia política. En especial de un sector cada vez más creciente del sindicalismo, del peronismo y de los movimientos sociales. El Presidente destacó la “cultura del encuentro” que promueve el Papa, su liderazgo moral y su sabiduría.

La Casa Rosada quiere tener a Bergoglio de aliado, como lo fue para Cristina Fernández. Es un aliado para pasar diciembre, para llegar a las fiestas en paz. Su respuesta será decisiva a la hora de estimular la “solidaridad” empresaria, como reclamó el Presidente en el Coloquio de Idea para sellar un bono de fin de año que repare parte del poder adquisitivo que se llevó la inflación.

Pero también lo piensa como un socio a mediano plazo. Macri comprendió que el apoyo de Francisco para articular la inversión social puede ser decisivo para transitar con éxito el calendario electoral del próximo año.

“Fuerza y para adelante”. Esa frase de Francisco eligió Macri para reproducir. Es una señal para entusiasmar a los empresarios que aún no confían en la actual administración. Las dudas pasan por la gestión económica, pero principalmente por la capacidad de Macri para ampliar su base de poder político. Macri espera que este encuentro se convierta en un gesto que pueda alentar a los inversores a que anticipen sus planes, porque por ahora, los empresarios tienen decidido esperar hasta las próximas elecciones para mover sus fichas.

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Comentario de edudelmar1

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VIERON QUE JUNTOS PODEMOS, LA DESAPROBACIÓN DE MAS DEL 50% DEL PUEBLO X EL DESPRECIO QUE MANIFESTÓ ESTE CURA APAÑA LADRONES CON NUESTRO PRESIDENTE, MAS ALLÁ DE MACRI, HIZO QUE ESTA VUELTA AUNQUE SEA POR UN RATITO LO SOPORTE, AUNQUE DEBO SER HONESTO A ESTE VIEJO K NO LE CREO NADA…..ARGENTINOS SI NOS UNIMOS SOMOS INVENCIBLES DEMONOS CUENTA DE ESO

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