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Provinciales

«No me puedo separar de esta tierra, yo soy parte de ella»

Salta | Lejos del pago | Gastronomía | MAR DEL PLATA "No me puedo separar de esta tierra, yo soy parte de ella"

28 de enero 2017 – 00:30 Gustavo Escribas, un residente salteño en Mar del Plata

Antonio Gaspar

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{[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ content ]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ titulo ]} {[ epigrafe ]} {[ copyright ]} Gustavo Escribas es un chango de 58 años que nació en San José Metán, pero que la mayor parte de su vida la está pasando en la ciudad bonaerense de Mar del Plata.
Sin embargo, el camino desde el interior de Salta hasta La Feliz fue bastante largo y lleno de historias churas.
Sucede que nuestro protagonista fue hijo de ferroviario y en consecuencia tuvo un amplio deambular por los pueblos de todo el ramal. A su niñez la vivió entre el sur de Salta y Embarcación.
Su mamá se llamaba Niki Karanicolas, descendiente de griegos y su papá se llamaba Rodolfo Escribas, que llegó hasta la gerencia de una cooperativa ferroviaria y que lo llevó a deambular a Gustavo y a sus tres hermanos, Patricia, Eduardo y Jaquelin.
"Cuando ya era joven nos vinimos a vivir a Salta y paramos en una casa ubicada en Balcarce y Necochea. Esa era una zona de alta bohemia y desolación. Tenía mucha magia", dijo recordando la vieja zona de la estación del ferrocarril.
A los 21 años, Gustavo decidió probar suerte. Estaba en su mejor momento y emigró sin más argumentos que los de la aventura hacia el sur.
Decidió probar en Mar del Plata, por las enormes perspectivas que presentaba la ciudad en cuanto al rubro turismo.
Corría el año 81 y la ciudad balnearia se colmaba durante los veranos. Se estaban popularizando las playas y ahí llegó Gustavo.
"Yo buscaba un futuro. Yo quería un buen trabajo. Nosotros venimos de una familia de trabajadores y yo buscaba eso: un buen trabajo. Pensé de inmediato en que el turismo era la mejor alternativa y por eso llegué a Mar del Plata", dijo. Y agregó: "A la semana encontré trabajo en un hotel y de ahí siempre me moví en el rubro de hotelero. Yo llegué a trabajar en dos hoteles al mismo tiempo en aquellas temporadas en que la ciudad se colmaba durante los enero y febrero. Eran dos meses fuertes que teníamos que sacar para el resto del año y se trabajaba día y noche". Allí comenzó a hacer su vida y como era socio de una de las organizaciones de rotarios, en una de las conferencias quedó conmovido con una morocha.
Como bien salteño y querendón, se enganchó (de por vida) con Charo, que había llegado desde Coronel Dorrego.
Con su esposa tuvieron tres hijos. Nacho, que al día de hoy tiene 21 años, Santiago y Victoria, la más mimada por Gustavo.
"Yo no extraño Salta. La siento y la vivo dentro. Lo que pasa es que yo vengo una o dos veces al año. No me puedo separar de esta tierra, yo soy parte de ella", dice con seguridad.
Y existe una continuidad generacional que provoca asombro entre sus hijos. "Yo los traigo a mis hijos y a pesar de que son marplatenses, también tienen mucho de los salteños. Para darte un ejemplo: la última vez fui con mi hija y yo quería que vayamos juntos a Cachi. En un asado con amigos pregunté a los que estaban en la mesa cómo se hacía para ir en transporte público. En ese momento uno de mis amigos sacó la llave del auto y me lo prestó para poder viajar. Victoria vio eso y no entendía nada. Así es la amistad entre los salteños, pueden pasar años pero siempre vamos a ser los mismos changuitos que alguna vez fuimos. Y además me gusta que mis hijos vivan eso", dijo emocionado.
Estando en Mar del Plata se integró al enorme grupo de residentes salteños que viven en aquella ciudad.
No solo eso sino que fue presidente de la institución que los nuclea durante 14 años. Con una política de que el desarraigo no afecte a los salteños que viven lejos, profundizó e institucionalizó las ritualidades. Es así que hasta el presente, en la ciudad de Mar del Plata, los actos del calendario salteños ya forman parte de las agendas de las familias y los medios locales.
El 8 de febrero arrancan con los festejos por el nacimiento del general don Martín Miguel de Gemes. El 16 de abril hay fiesta por la fundación de Salta, el 16 hay "guardia bajo las estrellas" por la muerte de Héroe Gaucho y el 17 son los actos centrales y desde hace poco que comenzaron a realizar la novena y la procesión en honor a la Virgen y el Señor del Milagro en la iglesia Cristo Rey.
"Yo no extraño la gastronomía ni los vinos salteños. Por suerte, estos encuentros que tenemos los residentes nos brindan la posibilidad de compartir las empanadas y los tintos cafayateños que conseguimos en los súper de acá. Porque esa es otra: si tenés unas buenas empanadas, y bien regaditas, siempre son más ricas si están acompañadas de amigos y de una buena charla, tal como se acostumbra en Salta", concluyó el hombre. Aparecen

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