Cada 23 de abril Cataluña vive la fiesta de Sant Jordi, que aúna cultura y romanticismo combinando la celebración del día del libro y del día de los enamorados. Ese día la costumbre es que las parejas se intercambien regalos: los hombres reciben un libro y las mujeres una rosa. Sin embargo, cada vez está más extendido que tanto hombres como mujeres se regalen libros y rosas.
La asociación de las rosas con Sant Jordi se remonta al siglo XV, cuando la leyenda del caballero se fusionó con la celebración del Día de la Rosa, una festividad medieval que conmemoraba el nacimiento de la primavera y el amor cortés. Según la tradición, Sant Jordi regaló una rosa a la princesa después de salvarla del dragón, simbolizando así su amor y admiración.
Por otro lado, la tradición de regalar libros en Sant Jordi tiene sus raíces en el siglo XX. En 1923, Vicent Clavel, un escritor valenciano, propuso la idea de combinar la celebración de Sant Jordi con el Día Internacional del Libro, que también se celebra el 23 de abril en honor al aniversario de la muerte de dos grandes escritores: Miguel de Cervantes -aunque murió el 22- y William Shakespeare. La propuesta de Clavel fue acogida con entusiasmo, y desde entonces, Sant Jordi se ha convertido en una fiesta tanto de la literatura como del romanticismo.
Poco a poco, la costumbre de regalar una rosa y un libro empezó a expandirse en las redes sociales, despertando la ilusión en la comunidad lectora de recibir una rosa y un libro por su persona amanada.
LEYENDA
Cuenta la leyenda, que hace muchísimos años, un temible dragón atemorizaba a los habitantes de un pequeño pueblo de Cataluña. La criatura sembraba el miedo en los habitantes y devoraba a los animales de la aldea.
Los habitantes con miedo y desesperación decidieron que cada día sacrificarían a una persona a través de un sorteo, para calmar la ira del dragón y así, mostrarle su buena voluntad.
Un día Cleodolinda, la hija del rey, le toco ser el sacrificio… cuando todo parecía perdido y ella a punto de ser devorada apareció un caballero, para enfrentarse a la criatura y ponerle fin de una vez por toda. Era Sant Jordi, quien le clavo su lanza y de la sangre del dragón surgió un rosedal de rosas rojas.
El heroico y desinteresado acto del caballero cambio la historia del pueblo y dio inicio a la leyenda.