Un comisario encendió todas las alarmas al denunciar que los vecinos apedrean los móviles en los que acuden a pedirles que suspendan las reuniones
En materia de inconsciencia colectiva y de riesgo social el anterior fue uno de los peores fines de semana de los que se vivieron en Tartagal y otras ciudades vecinas en medio de la pandemia de COVID-19
Literalmente el personal policial -advertidos por los vecinos- corría de un lado al otro tratando de impedir festejos, fiestas familiares, cumpleaños de 15 y otras reuniones, pero realizaban las actuaciones de rigor, se iban y a los minutos los vecinos volvían a reclamar al 911 porque la fiesta seguía como si nada hubiera pasado.
Como los infractores son notificados por una simple contravención que debe tramitar en el juzgado de Garantías, hacen caso omiso a la policía, que no puede hacer otra cosa que advertirles para impedir que las fiestas continúen.
Sucedió en Tartagal y en General Mosconi y el hecho más evidente de que la inconciencia es tanto o más grave que el coronavirus mismo, se dio en esta primera ciudad donde los números están relativamente controlados pero que en cualquier momento -más preciso entre 10 días y 2 semanas- los enfermos pueden subir en forma exponencial a consecuencia de estas fiestas clandestinas.
Una de ellas, en nuestra ciudad, fue un cumpleaños de 15 donde unas 100 personas -entre criollos y originarios- se reunieron en la comunidad Lapacho II al este de la ciudad.
Allí se organizó la fiesta para la hija de un dirigente del Ippis. Cuando la policía llegó después de atender las denuncias en diferentes puntos de la ciudad, la reunión social ya casi terminaba por lo que solo quedó labrar las actas y darle intervención al fiscal y al juez de Garantías en turno.
Otro hecho similar, aunque con menos gente, pero igual de riesgoso -con unas 50 personas- fue una reunión familiar en la comunidad Tapiete al norte de la ciudad.
Y otras más se dieron en General Mosconi y Salvador Mazza donde el personal policial llegó para informar de la contravención y el atentado contra la salud pública de los asistentes que consumían bebidas alcohólicas y que se retiraron visiblemente malhumorados con el personal uniformado.