Ayer la tragedia golpeó a la comunidad de Zanja Honda, cuando el aparato le arrancó un brazo a la pequeña.
La desesperación cundió ayer en la comunidad criolla de Zanja Honda, en la periferia de la ciudad de Tartagal. La familia Saldaño vivió la tragedia en carne propia, cuando la beba de la casa, de apenas un año y ocho meses, movida por la curiosidad propia de la edad, entregada a la exploración de un mundo que muchas veces es inseguro y hostil, metió el brazo en un precario secarropas que estaba funcionando, y el aparato, con su fuerza centrífuga, le arrancó el brazo desde el hombro. Los gritos de la mamá bramaron como truenos en una comunidad que se sintió golpeada por este accidente doméstico que pudo ser fatal.
La joven, al ver que el brazo de su pequeña hija había quedado separado del cuerpo, corrió a pedir ayuda y un vecino de Zanja Honda, a bordo de una motocicleta, la trasladó con la niña en estado de shock hasta el hospital Juan Domingo Perón de Tartagal, distante a tres kilómetros de la humilde vivienda de la familia Saldaño.
Los médicos que recibieron esta emergencia realizaron las intervenciones paliativas y convocaron al avión sanitario para trasladar a la pequeña paciente al Hospital Público Materno Infantil de Salta, dada la gravedad de su cuadro. El miembro que el secarropas le arrancó a la beba fue conservado de acuerdo a las normas para intentar el reimplante.