Con más de mil millones de usuarios, YouTube es la fuente más popular de streaming de música en Internet, pero también se ha vuelto una fuente de frustración para artistas como Taylor Swift, Paul McCartney, Beck, Kings of Leon y otros, que hace poco firmaron una carta abierta al Congreso de Estados Unidos en la que pedían que se reforzara la ley que le permite a YouTube alojar millones de videos no autorizados. "El artista no tiene elección: su música va a estar en YouTube aun si ellos no lo quieren", dice Irving Azoff, manager de grupos como The Eagles y Van Halen.
En un contexto en el que las ventas de discos cayeron un 60 por ciento en la última década, el 98 por ciento de usuarios americanos de Internet de entre 18 y 24 años visita YouTube, y la compañía dice que las ventas de publicidades les han proporcionado 3.000 millones de dólares a artistas y creadores de contenidos. "YouTube se volvió una radio para chicos", dice Ken Levitan, manager de Kings of Leon, Cheap Trick y otros.
Pero a diferencia de la radio, dice Azoff, YouTube es un mal socio para hacer negocios. Amparada en el Digital Millennium Copyright Act (DMCA), una ley de 1998, permite que materiales filtrados y música en vivo de baja calidad permanezca online si aceptan bajarlas cuando alguien lo solicita. Y además paga mucho menos que Spotify o Apple Music. "Los ingresos por YouTube para una superestrella son un chiste", dice Azoff. ¿Su propuesta? Que YouTube y su compañía madre, Google, lo acompañen en su presión al Congreso para reformar el DMCA. Hasta ahora ninguna se sumó, pero Azoff no se rinde. "Algunos de nosotros creemos que vivimos en una época gobernada por Google", dice. "Su poder para influenciar a Washington no tiene precedentes. Pero no podés bajarte de una pelea sólo porque va a ser dura."
Steve Knopper