Provinciales

Un viejo bar que cuenta la historia

Salta Un viejo bar que cuenta la historia

15 de enero 2017 – 00:30 Sobre la calle Caseros, La Tacita es uno de los pocos locales de más de dos décadas que van quedando en el centro de la ciudad.

Antonio Gaspar

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{[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ content ]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ caption ]}{[copyright]} {[ titulo ]} {[ epigrafe ]} {[ copyright ]} El bar La Tacita, de Porfirio Aucachi, se convirtió lentamente en uno de los últimos viejos bares en donde se puede ir a comer empanadas o tomar un café en el centro de la ciudad de Salta.
Hasta hace un tiempo la calle Caseros, frente a la plaza 9 de Julio, tenía otros locales que supieron ser sinónimo de la bohemia, como El Farito y Tobías. Sus mesas destilaban historias, enseñanzas y anécdotas, mezcla de realidad y ficción. A una cuadra de allí, frente a la iglesia San Francisco, las tertulias de La Tacita no se quedaban atrás.
Hoy, en la zona solo queda este viejo bar. Pasar por el lugar para encontrarse con alguien y quedarse a conversar sigue siendo un programa para muchos salteños.
Es como la versión salteña del "Cafetín de Buenos Aires", del poeta Enrique Santos Discépolo; solo que en ese lugar se mezcla el olor del café bueno, ese de máquina, con los aromas del comino y el pimentón vallisto que llevan las empanadas.
El bar del Porfi, como apodan al dueño, es sincretismo total. Hay tonadas de todo el mundo y su historia es parte de la ciudad. En sus mesas se pueden encontrar artistas callejeros, escritores, turistas nacionales y extranjeros, periodistas, pintores, militantes de organizaciones sociales, fotógrafos y cualquier vecino que pasa y se tienta con la idea de compartir con esa clientela variopinta.
En noviembre del año pasado La Tacita cumplió 24 años. En su trayectoria fue acumulando una fama, que se puede calificar de mundial. Sus mesas "que nunca preguntan" figuran en las guías Lonely Planet, en el Petit Fute, en las revistas especializadas en turismo, como Weekend. El local también fue señalado como una referencia gastronómica y cultural de la ciudad en varias notas en los diarios nacionales.
El negocio, declarado de interés cultural patrimonial por la Secretaría de Cultura de Salta. Tal vez el músico Ariel Petrocelli sea el más recordado cliente. O quizás, para otros, Tutú Campos.
"Tutú quería que le cambie el nombre. Quería que le ponga El Café de los Poetas, pero a mí no me gustaba. Antes de hacer su último viaje a Buenos Aires vino y me volvió a decir lo mismo; era un ritual. Se fue y no lo volví a ver. Se iba el último cantor", recordó el "Porfi".
La biblioteca
El lugar sigue exudando bohemia salteña. En un momento se armó un mueble que comenzó a contener textos de las mejores plumas salteñas. Gracias a donaciones oficiales y de las familias salteñas se conformó una improvisada biblioteca sin inventariar. Desde entonces, las letras de Jacobo Regen, Marcelo Sutti, los Dávalos o el Barba Castilla llenan espacios de tiempo de esos náufragos de La Tacita.
También es una academia de periodistas, cátedra obligada de cualquier cronista y espacio de debate de quien se defina como fotoperiodista. El reconocido fotógrafo Isidoro Zang es un habitué que participa en muchos encuentros.
En esas mesas de noticias, de letras, de música, de salteñidad, aparecen las empanadas. Si las sirve Samuel, el hermano del Porfi, el prolegómeno a la deglución se extiende en alguna broma rápida, siempre ácida.
"Yo tengo el mejor ají", dice el gastronómico y tiene razón; es el más picante y es sólo para exigentes. "Locoto, ají verde, tomate y sal; esa es toda la receta", describe. Aunque no brinda receta alguna sobre cómo se hacen las empanadas.
Así trascienden los días de este hombre originario de Cotagaita, Bolivia, que ya tiene 59 años y que tiene una vida consolidada en Argentina.
Supo construir un espacio que es un refugio para muchos clientes, en donde el tiempo adquiere otra dimensión, donde no hay plan B y en donde los destinos de los asistentes se van cruzando en la última empanadería de viejas épocas sal teñas.  Cargar más comentarios…

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